El primer monumento situado en la vía pública de forma expresa y por encargo municipal que se conserva es el Monumento a Santa Eulalia, en la plaza del Pedró, originaria de 1673. Sin embargo, hasta el siglo XIX no hubo mayores muestras de relevancia, en parte porque la ciudad estaba encorsetada por sus murallas de origen medieval, al tener la ciudad la consideración de plaza militar, por lo que no había mucho espacio disponible para grandes monumentos.
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